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(fragmento)
Marek se despertó en medio de la noche. Algo había golpeado fuertemente contra la ventana de su habitación. Se levantó de golpe, asustado, el sueño se escapó y no regresó. ¡Y era tan nítido, tan increíble! Y ahora no podía recordarlo. Para nada.
Pero el ruido que le había despertado no procedía del sueño.
–¿Hay alguien... algo ahí? –dijo con voz rasposa.
En respuesta solo se oyó el golpear del marco de la ventana contra la pared.
Se sentó en la cama derecho como un palo. El cristal resonó, pero no se rompió. Alguien podía haber tirado una piedra. No, más bien sería una rama. Pero, aunque por la ventana se veía claramente el bosque, delante de la casa no crecía ningún árbol. ¿Entonces –de la impresión casi perdió el aliento– chocó contra ella el ala de un pájaro?
Seguro que uno muy grande. De esos que vuelan y cazan de noche. No una lechuza ni un cárabo, porque sus alas son blandas. Y vuelan silenciosamente. O el golpe fue con el pico. Se estremeció.
La ventana se abrió chirriando. En el cristal que daba a la noche vio borrosamente su silueta: un chico delgado, con todo el pelo enmarañado. Con los ojos redondos como de un pájaro, ahora agrandados por el miedo. En el silencio se oía claramente el fuerte e irregular latido de su corazón.
traducción de Ana Henriquez